Transformación del sistema financiero: retos y oportunidades en la nueva era económica

Transformación del sistema financiero: retos y oportunidades en la nueva era económica

El sistema financiero global enfrenta cambios radicales por la tecnología y la globalización, generando riesgos y la necesidad de educación financiera.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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El sistema financiero global está experimentando una transformación radical, impulsada tanto por la globalización de la economía como por una rápida evolución tecnológica. Este cambio ha dado lugar a la aparición de nuevos intermediarios y productos financieros que cuestionan las formas tradicionales de producir y ofrecer servicios. Ante esta situación, se plantea la necesidad de una revaluación de cómo se comprende y se interactúa con las finanzas. Las decisiones de inversión, en este contexto de incertidumbre, se vuelven cada vez más complejas y arriesgadas. Históricamente, las finanzas han estado relacionadas con la capacidad de predecir el futuro y asignar probabilidades a diferentes escenarios económicos. Sin embargo, en un entorno donde las crisis se entrelazan y afectan a diversos sectores, hacer predicciones a largo plazo se ha vuelto una tarea titánica. Esta dificultad se manifiesta de manera particular dentro del ámbito bursátil, donde actualmente se estima que más de la mitad del valor de las empresas en bolsa se basa en la previsión de flujos de caja futuros, muchos de los cuales dependerán de circunstancias que hoy son inciertas y volátiles. Una de las consecuencias de la crisis de credibilidad que enfrenta el sector financiero es cómo ha calado en la percepción pública. Muchas personas, especialmente los jóvenes, ven al sistema financiero tradicional como un agente desestabilizador que, en lugar de generar valor, perpetúa la inequidad y facilita prácticas corruptas. El descontento y la inseguridad que experimenta esta generación los lleva a buscar alternativas que a menudo resultan engañosas, como las criptomonedas, las cuales prometen alta rentabilidad a cambio de un riesgo considerable. Ante este panorama, la falta de educación financiera se convierte en un factor de vulnerabilidad. Muchos jóvenes se sienten atraídos por promesas de enriquecimiento rápido, guiados por influencias que carecen de bases sólidas. La incapacidad para distinguir entre oportunidades legítimas y estafas se traduce en pérdidas significativas, tanto de ahorros individuales como de la confianza colectiva en el sistema financiero. La historia económica ofrece lecciones que podrían ayudar a mitigar estas situaciones, pero el desconocimiento prevalece. Para abordar la transformación del sistema financiero, no solo es crucial contar con una regulación robusta, sino también fomentar una cultura de educación financiera. Los ciudadanos deben involucrarse más activamente en sus decisiones financieras y ser conscientes del impacto que estas decisiones pueden tener en sus vidas. Comprender las crisis financieras del pasado puede ser clave para no repetir errores y promover un sistema más inclusivo y sostenible. Los ejemplos de instituciones que han crecido exponencialmente en un corto período, como ciertos bancos digitales, destacan esta dualidad. Si bien su éxito radica en la innovación y la accesibilidad, también plantean riesgos que los clientes deben considerar. La falta de un fondo de garantía de depósitos común en la Unión Europea es solo uno de los factores que pueden influir en la seguridad de los depositantes, quienes deben evaluar no solo la conveniencia de la tecnología, sino también la solidez y la fiabilidad de las instituciones que eligen. A medida que las grandes empresas tecnológicas ingresan al ámbito financiero, surgen oportunidades pero también riesgos. Si bien su capacidad para analizar datos podría mejorar la evaluación de riesgos, también pueden contribuir a problemas como la concentración del crédito y la exclusión de los sectores más vulnerables de la población. La intersección entre la tecnología y las finanzas exige un análisis crítico que considere tanto los beneficios como los peligros potenciales. Afrontar los desafíos sociales, demográficos y medioambientales de nuestra era requiere un sistema financiero que funcione como un motor de cambio positivo. La canalización del ahorro hacia inversiones productivas es fundamental para lograr las transiciones necesarias. Para ello, es vital que el sector financiero recupere la confianza de la ciudadanía y se posicione como una herramienta útil y confiable, en lugar de un elemento desestabilizador de la economía. Un ciudadano bien informado puede contribuir a un sistema financiero más justo y equitativo, que no solo valore la rentabilidad, el riesgo y la liquidez, sino que también considere factores de justicia social y sostenibilidad. La existencia de iniciativas como la banca ética y los fondos de inversión responsables demuestra que alternativas viables son posibles y pueden coexistir con un modelo financiero tradicional, siempre y cuando se fomente una conciencia crítica entre los consumidores. En conclusión, el futuro del sistema financiero se encuentra en una encrucijada. La evolución tecnológica y las nuevas demandas sociales presentan retos que, si se abordan adecuadamente, pueden transformar este sector en una palanca para el desarrollo sostenible y la equidad. La clave radica en la educación financiera, en la regulación adecuada y en la responsabilidad compartida entre consumidores y proveedores de servicios financieros. Así, se podrá construir un sistema que no solo sobreviva a las crisis, sino que también contribuya al bienestar colectivo.

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