Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El reciente informe del Índice de Precios al Consumo (IPC) revela un panorama alentador para la economía española, con una inflación interanual del 2,2%. Este dato, que supera en dos décimas la media de la eurozona, sugiere que el país podría estar dejando atrás el episodio inflacionario que comenzó a gestarse a raíz de la crisis energética y las complicaciones en la cadena de suministros. Sin embargo, aunque la cifra es positiva, no se debe caer en el optimismo desmedido, ya que el IPC subyacente, que excluye elementos volátiles como alimentos y energía, sigue siendo del 2,7%. A medida que se desinfla el costo de la cesta de la compra, la caída de los costes de producción se va reflejando en los precios minoristas. La tendencia a la baja en los precios de los alimentos elaborados y frescos, que lleva ya varios meses, sugiere que esta categoría podría estar en camino de estabilizarse en torno al 2%. Por su parte, la electricidad sigue mostrando una volatilidad que complica cualquier pronóstico claro. En el caso de los carburantes, las cotizaciones se mantienen en niveles manejables, a pesar de los anuncios de recortes de suministro por parte de los países productores. Uno de los elementos más significativos en el contexto actual es la percepción de las empresas sobre el futuro. Las expectativas de precios a la baja en los próximos meses, recogidas en una reciente encuesta de coyuntura europea, son un indicativo positivo que sugiere que los temores sobre una inflación descontrolada no se han materializado. Esta variable es crucial en el análisis de la inflación, ya que las expectativas desancladas podrían resultar en un ciclo inflacionario persistente. Por otro lado, aunque los salarios han mostrado un aumento en el primer trimestre del año, los incrementos recientes han sido más moderados, lo que podría indicar un ajuste natural en el mercado laboral. Sin embargo, no todo son buenas noticias. La inflación en el sector de servicios se mantiene resistente, registrando cifras alrededor del 3,5% en España y superando el 4% en la eurozona. Este fenómeno no es resultado de un aumento en los costes de producción, sino que se debe a una robusta demanda en sectores que, a menudo, son menos competitivos que la industria manufacturera. Desde 2019, el IPC de servicios ha acumulado un incremento cercano al 18%, lo que contrasta con el crecimiento más moderado en el precio de los bienes industriales no energéticos. Ante este contexto, se espera que el Banco Central Europeo (BCE) reconozca los progresos en la desinflación y, en su próxima reunión, opte por un nuevo recorte en los tipos de interés. Este movimiento podría ser también impulsado por la debilidad que ha mostrado la economía europea, particularmente en lo que respecta a la inversión. La escasa actividad crediticia y el sentimiento cauteloso de los consumidores al acercarse el final del verano son factores que el BCE considerará. Sin embargo, la institución monetaria procederá con cautela, ya que la desinflación aún no se ha estabilizado en el sector servicios. Además, el BCE estará atento a los efectos de sus decisiones en un contexto financiero global interconectado, donde los movimientos de la Reserva Federal de EE.UU. también tienen un peso significativo. Una posible rebaja de tipos en el otro lado del Atlántico podría facilitar la toma de decisiones en Europa. El escenario que se dibuja es claramente diferente al de años anteriores. Las tensiones en el mercado laboral, exacerbadas por cambios demográficos y barreras comerciales, complican el horizonte de la política monetaria. La escasez de mano de obra en ciertos sectores sugiere que los tipos de interés podrían no volver a los niveles previos a la crisis, marcando el inicio de un nuevo ciclo monetario. La era de la globalización tal como la conocíamos ha cambiado, y con ello, las herramientas económicas deben adaptarse a esta nueva realidad. Es probable que los bancos centrales tengan que lidiar con una inflación más persistente en algunos sectores, lo que obligará a repensar las estrategias de política monetaria y fiscal. En resumen, mientras que el reciente IPC sugiere que el fin del episodio inflacionario podría estar cerca, los desafíos en el sector de servicios y las expectativas del mercado indican que el camino hacia la estabilidad completa aún está lleno de incertidumbres.