Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La historia de José Duval Mata es un reflejo sombrío de la situación actual en El Salvador, donde miles de personas se encuentran tras las rejas bajo un régimen de excepción que ha sido justificado por la administración del presidente Nayib Bukele como una respuesta necesaria a la violencia de las pandillas. A pesar de que la justicia ha ordenado su liberación en dos ocasiones, José, un joven de 26 años, sigue encarcelado en el temido Centro de Confinamiento del Terrorismo, conocido como Cecot, en condiciones que han sido calificados de severas y deshumanizantes. La situación se desencadenó en abril de 2022, cuando José fue arrestado por soldados en su comunidad rural de La Noria, tras ser señalado como sospechoso de asociación con pandillas. A raíz de esto, comenzó una pesadilla que lo ha mantenido en la cárcel durante más de dos años, a pesar de que su madre, Marcela Alvarado, ha presentado múltiples pruebas de su inocencia, incluyendo documentos que contrastan con el perfil típico de un pandillero en El Salvador. Desde su arresto, más de 70,000 personas han sido detenidas bajo el mismo régimen, incluido un número alarmante que sobrepasa los 3,000 menores de edad. Esta política ha suscitado preocupaciones por el respeto a los derechos humanos y el debido proceso, ya que las detenciones se realizan sin las garantías legales adecuadas y a menudo sin pruebas concretas que justifiquen las acusaciones. La situación de José es un caso emblemático de un sistema que ha sido criticado por su arbitrariedad y falta de transparencia. La madre de José ha intentado en vano comunicarse con las autoridades, pero sus esfuerzos han sido recibidos con el silencio y la indiferencia. Cada semana lleva alimentos a la prisión, esperando ver a su hijo, solo para ser informada de que ha sido trasladado a una instalación aún más severa. Su angustia se ve agravada por la incertidumbre sobre el bienestar y la vida de José, ya que no ha recibido ninguna confirmación de que esté vivo desde hace más de un año. La detención de José, que fue inicialmente ordenada por un juez, se volvió aún más complicada cuando, tras ser liberado temporalmente, fue arrestado nuevamente en las puertas de la prisión. Este fenómeno de “doble enjuiciamiento” ha sido denunciado por organizaciones de derechos humanos como una práctica arbitraria que viola las normas del debido proceso. La situación legal de muchos prisioneros se ha vuelto un laberinto sin salida, donde la justicia parece estar bajo un control estricto y opresivo. Desde la administración Bukele, se argumenta que estas medidas son necesarias para restaurar la seguridad en un país que ha sufrido durante décadas bajo el yugo de las pandillas. No obstante, esta política ha sido criticada por transformar el sistema penitenciario en un lugar de castigo extremo, donde los derechos humanos son constantemente violados. Las imágenes que circularon de reclusos siendo tratados como criminales de guerra han alimentado el descontento de muchos defensores de los derechos humanos. El presidente Bukele ha defendido su enfoque enérgico, alegando que ha devuelto la calma a las calles y que los errores cometidos son mínimos. Sin embargo, la retórica de su gobierno contrasta con la desesperación de familias como la de José, quienes sienten que sus seres queridos son víctimas de un sistema que prioriza la política sobre la justicia. Durante una reciente conferencia, Bukele despreciaba críticas al afirmar que su administración está dispuesta a hacer lo que sea necesario para combatir la criminalidad. El caso de José no solo es un ejemplo de las fallas del sistema judicial salvadoreño, sino también un llamado de atención sobre la necesidad de un enfoque más humano y justo en el tratamiento de los derechos de los prisioneros. Con la creciente preocupación de la comunidad internacional y la intervención de organizaciones como Human Rights Watch, se espera que se escuche la voz de quienes claman por justicia. A medida que la historia de José continúa desarrollándose, su madre se aferra a la esperanza. A pesar del dolor y la incertidumbre que ha experimentado, sigue creyendo que su hijo está vivo y que un día será liberado. En sus palabras, “Estoy poniendo mi confianza en Dios. Es todo lo que puedo hacer”. En El Salvador, donde la lucha contra la impunidad y la protección de los derechos humanos se ha vuelto cada vez más crítica, la historia de José Duval Mata resuena como un testimonio de la lucha por la justicia en tiempos de crisis.