Juan Brignardello Vela
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Sven-Goran Eriksson, el entrenador de fútbol sueco que falleció a los 76 años, deja un legado caracterizado no solo por su agudeza táctica, sino también por su comportamiento digno y su enfoque sereno en el a menudo tumultuoso mundo del fútbol. El camino de Eriksson estuvo marcado por altos notables, incluyendo liderar a la selección nacional de Inglaterra y ganar 18 trofeos en diversas ligas de Europa. Sin embargo, fue su manejo de la adversidad, tanto en su vida profesional como personal, lo que realmente lo definió. La etapa de Eriksson en el Manchester City en 2007 se produjo antes de la revolución financiera del club, lo que hizo que su papel fuera aún más significativo. Fue durante una conferencia de prensa rutinaria que surgió una historia que reflejaba su carácter. Tras una intrusión en su vida privada por parte de la prensa sensacionalista, Eriksson se mostró notablemente sereno cuando tenía todo el derecho de estar furioso. En lugar de desatar una diatriba, optó por la amabilidad, saludando a los periodistas con sonrisas y apretones de manos, encarnando la calma que tantos habían llegado a admirar. Conocido por su capacidad para mantener el profesionalismo incluso frente a la crítica, Eriksson demostró que no era un blando. Esto fue especialmente evidente en sus tratos con figuras prominentes como Sir Alex Ferguson, quien se opuso públicamente a la decisión de Eriksson de incluir a Wayne Rooney en la selección para la Copa del Mundo. Eriksson se mantuvo firme, un testimonio de su fuerza tranquila y determinación. En el gran tapiz de la gestión futbolística desde su primer papel en 1977, la carrera de Eriksson abarcó continentes y culturas, resultando en una riqueza de experiencias. Dirigió equipos en varios países, incluyendo estancias en China, Tailandia y Dubái, y selecciones nacionales como México y Costa de Marfil. Su último nombramiento como entrenador llegó en 2019 con la selección nacional de Filipinas, demostrando su pasión duradera por el deporte. Más allá de sus numerosos logros, el legado de Eriksson se ha enriquecido por su respuesta a los desafíos de salud personal, notablemente su lucha contra el cáncer de páncreas. Su apertura sobre su condición y su deseo de compartir una perspectiva positiva resonó con muchos. En un emotivo mensaje de despedida, encapsuló su filosofía sobre la vida y la muerte, instando a otros a recordarlo con cariño y a vivir plenamente. Si bien el tiempo de Eriksson al mando de la selección nacional inglesa estuvo lleno de desafíos, incluida la lucha por aprovechar el potencial de la llamada ‘Generación Dorada’, mantuvo un sentido del humor y perspectiva. Su famosa comparación de Wayne Rooney con Pelé subrayó su creencia en los jugadores que entrenaba, pero quizás fue su comprensión de la vida más allá del fútbol lo que lo distinguió. A medida que las tributos llegan tras su fallecimiento, es evidente que la influencia de Eriksson se extendió mucho más allá del campo. Excolegas y jugadores reflexionan sobre su calidez, amabilidad y positividad inquebrantable, ofreciendo una narrativa alternativa a la a menudo despiadada naturaleza de los deportes profesionales. En un mundo donde las presiones del éxito pueden eclipsar el bienestar personal, la vida de Eriksson sirve como un recordatorio de la importancia de la gracia y la positividad. Deja un legado que invita a la reflexión no solo sobre lo que uno logra, sino sobre cómo uno elige enfrentar los desafíos de la vida. Como él mismo dijo: "No te sientas mal. Sonríe." Estas palabras encapsulan la esencia de un hombre que dedicó su vida al hermoso juego sin perder nunca de vista la belleza de la vida misma.