Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El papel de los bancos en la economía peruana se ha vuelto más crucial que nunca en un contexto de retos y oportunidades. En el año 2023, las instituciones financieras no solo han sido actores clave en la circulación de recursos, sino que han demostrado ser catalizadores del crecimiento económico y social. Con un aumento del crédito total del 12%, los bancos han respaldado la creación y expansión de empresas, lo que se traduce en un incremento en la generación de empleo y, por ende, en el fortalecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) proyectado en un 2,5% para el año 2024. El impacto de las inversiones bancarias se siente en diversos sectores de la economía, siendo el sector financiero y de seguros un claro ejemplo de ello. En 2022, este sector representó un 4,8% del PBI, evidenciando cómo las decisiones de financiamiento pueden influir directamente en el crecimiento económico del país. Esto resalta no solo la importancia de la estabilidad del sistema financiero, sino también su capacidad para fomentar un ambiente propicio para la creación de nuevas oportunidades laborales. La supervisión de entidades como la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) y la Superintendencia del Mercado de Valores (SMV) ha permitido que el sistema financiero peruano opere con una tasa de intermediación financiera del 44%. Este indicador es fundamental, ya que refleja la eficiencia con la que los bancos canalizan ahorros hacia inversiones productivas. La confianza en el sistema financiero no solo proporciona estabilidad, sino que también atrae inversión extranjera directa, que en 2022 alcanzó el 6,2% del PBI. Uno de los retos más significativos que enfrenta Perú es su dependencia de sectores cíclicos, como la minería, que representa un 10% del PBI. Sin embargo, las estrategias de diversificación impulsadas por los bancos están empezando a cambiar este panorama. Al dirigir sus inversiones hacia sectores emergentes, se está creando un ecosistema más resiliente que puede soportar las fluctuaciones económicas y, al mismo tiempo, generar un desarrollo más sostenible. La inclusión financiera es otro aspecto relevante en la labor de las instituciones bancarias. Su compromiso por mejorar el acceso a servicios financieros ha permitido que más peruanos se integren al sistema económico formal, lo que a su vez contribuye a la reducción de la pobreza y la desigualdad. Este enfoque es esencial para fomentar el crecimiento a largo plazo y lograr un desarrollo equitativo. Además, la mitigación de riesgos económicos es una función vital que los bancos desempeñan en la economía peruana. A través de productos como seguros y opciones de crédito diversificadas, las instituciones financieras ayudan a las familias y empresas a protegerse frente a eventualidades que podrían amenazar su estabilidad económica. Esto no solo beneficia a los individuos, sino que también fortalece el tejido empresarial del país. Las circunstancias actuales brindan una oportunidad única para que los bancos continúen su labor como agentes de cambio. La combinación de una economía en crecimiento, con un sistema financiero sólido y un marco regulatorio adecuado, posiciona a Perú como un país atractivo para inversores tanto nacionales como extranjeros. Las proyecciones optimistas del PBI son un reflejo del potencial que aún se puede liberar a través de una mayor inversión y diversificación. Asimismo, el impacto social de las inversiones bancarias no puede subestimarse. La creación de empleos y la generación de ingresos permiten a las familias mejorar su calidad de vida, lo que a su vez contribuye a una sociedad más estable. Los beneficios del crecimiento económico deben ser compartidos por todos los sectores de la población, y es aquí donde los bancos pueden jugar un papel primordial, al garantizar que más peruanos se beneficien de las oportunidades que surgen. Finalmente, es evidente que el camino hacia un futuro próspero en Perú está intrínsecamente ligado a la salud y la capacidad de acción de su sector bancario. A medida que el país avanza hacia una economía más diversificada y resiliente, es fundamental que las instituciones financieras sigan innovando y adaptándose para mantener su rol como pilares del desarrollo económico y social. Con una visión de largo plazo y un compromiso firme con el progreso, los bancos pueden y deben continuar siendo un motor de crecimiento en el Perú.