Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El debate sobre el aumento del sueldo mínimo en el Perú ha generado una polarización considerable entre diferentes actores de la economía. En la mayoría de las ocasiones, la narrativa se ha centrado en grandes corporaciones que, según algunos, buscan maximizar sus ganancias a expensas de los trabajadores. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja, sobre todo si se considera que las microempresas, que emplean de uno a diez trabajadores, constituyen el 99.5% del tejido empresarial en el país. Con tales cifras, es evidente que las micro y pequeñas empresas (mypes) son la columna vertebral de la economía peruana. De acuerdo con un informe reciente de ComexPerú, estas mypes representan el 48.3% de la Población Económicamente Activa (PEA). A pesar de su relevancia, el contexto actual es incierto y desafiante. En el año 2023, cerca de 80,000 empresas mypes dejaron de operar, mientras que las que lograron sobrevivir enfrentaron una caída del 1.5% en sus ventas en comparación con el 2022. Este panorama se torna aún más preocupante al comparar estos datos con 2019, donde la caída del crecimiento es del 5%. En este entorno, un aumento en el salario mínimo podría agravar las dificultades que ya enfrentan estas empresas. El aumento del sueldo mínimo, aunque motivado por el deseo de mejorar las condiciones laborales, podría tener consecuencias inesperadas. Incrementar los costos laborales puede empujar a muchas microempresas a reducir su personal o, en el peor de los casos, a cerrar definitivamente sus puertas. Este desenlace no solo afectaría a los trabajadores, sino también a las familias que dependen de estos negocios para su sustento diario. El riesgo de perder empleos se convierte en una preocupación clave en un momento donde la economía aún busca recuperarse de los estragos de la pandemia y otras crisis. La informalidad es otro aspecto crítico a considerar. Actualmente, el 86.3% de las mypes operate en la informalidad, lo que complica aún más la situación. En un escenario donde la productividad es baja, un aumento en los costos operativos podría desincentivar la formalización de estas empresas. Esto no solo perpetuaría el ciclo de informalidad, sino que también limitaría las oportunidades para que los trabajadores tengan acceso a empleos de calidad y protección social. La búsqueda de una mejor calidad de vida se ve amenazada cuando las medidas adoptadas pueden transformar a trabajadores protegidos en empleados desprotegidos. El perfil del micro y pequeño empresario en Perú también es revelador. El 53.4% de estos emprendedores iniciaron su negocio por necesidad económica, lo que demuestra que muchos de ellos carecen de la capacidad financiera para absorber cualquier aumento en los costos de operación. El contexto actual resalta la vulnerabilidad de estos empresarios y la precariedad en la que se encuentran. Un incremento en el sueldo mínimo podría obligar a muchas mypes a operar en la informalidad, lo que a su vez generaría una serie de consecuencias negativas que dificultarían aún más la búsqueda de soluciones efectivas. Frente a este escenario, es esencial considerar alternativas al aumento del sueldo mínimo. Se necesitan medidas que incentiven la formalización y mejoren la productividad de las mypes. Esto podría lograrse mediante la simplificación de trámites administrativos, el acceso a financiamiento adecuado y la oferta de programas de capacitación empresarial. Al empoderar a estas empresas, se podría facilitar su crecimiento y, con ello, ofrecer mejores condiciones laborales sin comprometer su viabilidad económica. La cuestión de aumentar el sueldo mínimo no debe ser vista de manera aislada; debe enmarcarse en un enfoque integral que tome en cuenta las realidades de todos los sectores de la economía peruana. Aumentar el salario mínimo en este contexto podría no ser la solución que se busca, sino una trampa que compromete la estabilidad de las mypes y, por ende, la de millones de familias. Es urgente que las autoridades y los formularios de políticas comprendan que el verdadero camino hacia la mejora de las condiciones laborales en el Perú no radica en soluciones que pueden resultar perjudiciales, sino en la creación de un entorno propicio para que las micro y pequeñas empresas prosperen. Estas empresas son el verdadero motor de la economía nacional y, en última instancia, el sustento de una parte significativa de la población peruana. Por lo tanto, el desafío es claro: desarrollar políticas que fortalezcan a las mypes y, al mismo tiempo, busquen una mejora en las condiciones laborales a través de la productividad, en lugar de aumentar el sueldo mínimo sin considerar sus potenciales repercusiones. En un país donde la economía informal y la precariedad laboral son realidades tangibles, es vital encontrar un camino que priorice el crecimiento y la sostenibilidad de las empresas, en beneficio de todos.