Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La tormenta Ernesto ha dejado una profunda huella en Puerto Rico, convirtiéndose este miércoles en un huracán de categoría 1 tras azotar la isla caribeña con lluvias torrenciales y vientos que alcanzan los 120 km/h. Según el Centro Nacional de Huracanes (NHC), la tormenta ha provocado que más de 600,000 clientes queden sin electricidad, lo que ha suscitado preocupaciones sobre la infraestructura eléctrica de la isla, aún vulnerable tras los estragos del huracán María en 2017. Las intensas lluvias, que en algunas áreas han llegado a alcanzar hasta 243 mm en tan solo 24 horas, han causado el desbordamiento del Río Canóvanas, lo que incrementa el riesgo de inundaciones en el noreste de Puerto Rico. Este fenómeno meteorológico ha sido clasificado por los expertos como uno de los más severos en el último año, evidenciando la fragilidad del sistema de drenaje y la capacidad de respuesta ante eventos climáticos extremos. La declaración de emergencia firmada por el presidente Joe Biden el martes por la noche permite el acceso a recursos federales para ayudar a la isla en su proceso de recuperación. Sin embargo, la historia reciente de Puerto Rico con huracanes plantea serias preguntas sobre la eficacia de las medidas de prevención y respuesta ante desastres naturales. La isla ya ha enfrentado la devastación de huracanes anteriores, como el de Fiona en 2022, que dejó a un 80% de la población sin electricidad durante un mes. Joseph Niskar, un abogado que se mudó a Puerto Rico buscando un cambio de vida tras el huracán María, ha expresado su temor ante la posibilidad de experimentar nuevamente cortes prolongados de agua y electricidad. "Ya hemos visto lo que puede pasar. La incertidumbre es abrumadora", comentó Niskar, reflejando la ansiedad de muchos puertorriqueños que han vivido en carne propia la ineficacia de la infraestructura eléctrica. Luma Energy, la empresa encargada de la distribución y transmisión de energía en la isla, ha informado que la red eléctrica puertorriqueña sigue sufriendo cortes frecuentes, un problema que se ha agravado en los últimos años. A pesar de que el Congreso aprobó 1,000 millones de dólares para modernizar y estabilizar la red eléctrica tras el huracán Fiona, muchos ciudadanos cuestionan si estas inversiones han sido suficientes o bien administradas. En la actualidad, las comunidades están trabajando en la limpieza y en la recuperación de sus hogares, mientras muchas de ellas enfrentan el desafío de vivir sin servicios básicos. Las autoridades locales han instado a la población a mantenerse informada y a prepararse para situaciones de emergencia, dado que la trayectoria de Ernesto podría llevarlo a convertirse en un huracán de categoría 3 en los próximos días. El NHC advierte que la tormenta se dirigirá hacia el norte del Atlántico, donde podría afectar al territorio británico de Bermudas a finales de esta semana. Esto ha generado una creciente preocupación sobre la seguridad de las comunidades costeras en su trayectoria, así como el impacto que podría tener en las actividades económicas y de turismo en la región. A medida que la tormenta se desplaza, los puertorriqueños enfrentan el reto de reconstruir sus vidas en medio de una crisis prolongada. La experiencia de eventos climáticos extremos ha llevado a muchos a replantearse su futuro en la isla, mientras que otros se mantienen firmes en su compromiso de seguir adelante a pesar de las adversidades. La situación actual también ha puesto de manifiesto la necesidad urgente de invertir en infraestructura resiliente que pueda soportar las inclemencias del tiempo. La falta de un sistema eléctrico robusto ha dejado a Puerto Rico en una posición vulnerable, y solo el tiempo dirá si las medidas adoptadas tras los desastres previos serán suficientes para proteger a la isla de fenómenos similares en el futuro. Finalmente, el paso de Ernesto ha servido como un recordatorio de los desafíos que enfrenta Puerto Rico, un territorio que ha sobrevivido a numerosas tormentas pero que aún lucha por encontrar estabilidad y seguridad para su población. La comunidad permanece unida, esperando que la recuperación sea más rápida esta vez y que se tomen decisiones efectivas para salvaguardar su futuro ante el cambio climático y sus efectos devastadores.