Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El Comité Olímpico Internacional (COI) ha confirmado que los atletas del equipo olímpico de Corea del Norte no recibirán los teléfonos inteligentes de Samsung que se distribuyen a todos los participantes de los Juegos Olímpicos de París. Este hecho ha suscitado una serie de preguntas en torno a las implicaciones políticas y sociales de las sanciones internacionales impuestas a la República Popular Democrática de Corea (RPDC), que afectan no solo a su participación en eventos deportivos, sino también a su acceso a productos tecnológicos de uso cotidiano. Samsung, el gigante surcoreano de la electrónica, es uno de los principales patrocinadores de los Juegos Olímpicos y cada uno de los aproximadamente 10,500 atletas que compiten en París se beneficia de la entrega de un teléfono inteligente que podrán conservar al concluir el evento. Sin embargo, los deportistas norcoreanos se encuentran excluidos de esta práctica, lo que pone de manifiesto las restricciones que enfrenta el país debido a las sanciones de la ONU. Las sanciones, que datan de 2006, han sido implementadas en respuesta a las pruebas nucleares y de misiles balísticos del régimen de Kim Jong-un. Estas medidas han ido en aumento con el paso del tiempo, limitando no solo el acceso a tecnología avanzada, sino también a productos que, aunque tienen un uso civil, pueden ser utilizados con fines militares. En este contexto, la entrega de teléfonos inteligentes se ha convertido en un punto de fricción entre las normas olímpicas y las limitaciones impuestas por la comunidad internacional. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Sur destacó la existencia de la Resolución 2397 del Consejo de Seguridad de la ONU, que prohíbe la venta y transferencia de maquinaria industrial a Corea del Norte, incluyendo teléfonos inteligentes. De este modo, se establece un precedente que podría tener repercusiones más amplias en la forma en que se gestionan los eventos deportivos internacionales y la inclusión de naciones que se encuentran bajo sanciones. El equipo norcoreano, que cuenta con 14 atletas compitiendo en siete diferentes deportes en los Juegos Olímpicos de París, se encuentra en una situación única en comparación con otros equipos que participan. Mientras que la mayoría de los atletas disfrutarán de los beneficios de los patrocinadores, los deportistas de la RPDC tendrán que enfrentarse a la realidad de un aislamiento tecnológico que va más allá de lo deportivo. La decisión de no proporcionar los teléfonos a los atletas norcoreanos también plantea interrogantes sobre el papel del COI en la intersección entre el deporte y la política. A medida que los Juegos Olímpicos buscan promover valores universales de paz y unidad, la exclusión de los atletas por cuestiones geopolíticas resalta la complejidad del entorno en el que se desarrollan estos eventos. A pesar de la falta de acceso a estos dispositivos, los atletas norcoreanos continuarán compitiendo y buscando destacar en sus disciplinas. Sin embargo, la ausencia de un teléfono inteligente, un elemento que para muchos representa no solo una herramienta de comunicación, sino también un vínculo con el mundo exterior, es una señal del aislamiento que viven en muchos aspectos de su vida cotidiana. El contexto de la participación norcoreana en los Juegos Olímpicos de París servirá como un recordatorio de que el deporte no es solo un campo de competencia, sino también un reflejo de la realidad política y social que afecta a las naciones. La comunidad internacional seguirá observando cómo se desarrollan los eventos y cómo se manejan las tensiones entre las normas olímpicas y las restricciones impuestas por las sanciones. Finalmente, el incidente pone de manifiesto la necesidad de una conversación más amplia sobre cómo el deporte puede servir como un puente para la paz, en lugar de convertirse en un campo de batalla para las tensiones políticas. Los Juegos Olímpicos, que deberían ser un escaparate de unidad y competencia saludable, se ven ensombrecidos por las realidades del mundo actual, donde los atletas a menudo son víctimas de decisiones que escapan a su control.