Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La potencialidad productiva de la Amazonía peruana ha sido durante mucho tiempo un tema de interés, pero también de frustración. En un contexto donde muchos consideran que esta vasta región carece de los recursos necesarios para justificar una inversión significativa en infraestructura, el caso de Brasil se presenta como un claro ejemplo de que, con la planificación adecuada, el desarrollo es posible. En particular, la construcción de un ferrocarril que conecte la selva con la costa podría cambiar radicalmente la dinámica económica de la Amazonía peruana, otorgándole un valor incalculable. Brasil ha logrado transformar su Amazonía en una potencia económica, con un producto bruto interno (PBI) que ronda los 80 billones de dólares. Este éxito no llegó por casualidad; fue el resultado de un trabajo constante de más de dos décadas en investigación, desarrollo e infraestructura, lo que les permitió pasar de ser importadores de alimentos en los años 80 a convertirse en los principales exportadores del mundo en diversos productos agrícolas. Esta experiencia debería servir de modelo para Perú, que tiene en sus manos una riqueza similar, pero aún no ha logrado capitalizarla adecuadamente. El planteamiento de un ferrocarril que conecte la costa peruana con Pucallpa, en plena Amazonía, despierta la pregunta sobre la viabilidad de un proyecto de tal envergadura. Muchos críticos argumentan que no hay producción suficiente en la región para justificar su construcción. Sin embargo, esta visión parece limitarse a una perspectiva a corto plazo y no toma en consideración el potencial que se podría activar con la implementación de esta infraestructura. El desarrollo de un tren no solo facilitaría el transporte de productos, sino que también incentivaría la producción y el comercio a gran escala. Históricamente, muchas obras de infraestructura han sido concebidas en contextos de escepticismo, pero han terminado transformando economías y comunidades. Ejemplos como el Canal de Panamá o el Ferrocarril Central de Perú muestran que la inversión en infraestructura puede ser el catalizador de un desarrollo sostenible. El último tren construido en Perú, el Ferrocarril Central, fue clave para el crecimiento de la sierra central del país y su éxito se debe, en gran parte, a su capacidad de conectar mercados. Sin este tren, muchas de las riquezas del interior del país no habrían podido ser aprovechadas. La construcción de un ferrocarril que una la selva con la costa no solo es una cuestión de conectividad, sino también de estrategia económica. Un tren facilitaría la entrada de productos amazónicos en mercados internacionales, abriendo la puerta a un potencial de exportación que actualmente está restringido. A esto se suma la posibilidad de acceder a uno de los mercados más grandes del mundo, el asiático, que demanda cada vez más materias primas. Este es un punto vital que debe ser considerado en el contexto de un país que busca diversificar su economía y reducir su dependencia de sectores tradicionales. El puerto de Chancay, que se inauguró recientemente con la presencia del presidente Xi Jinping, ofrece una oportunidad única para plantear la conexión entre la Amazonía y la costa. Este proyecto no solo podría ser la obra de infraestructura más importante del siglo XXI, sino que también representaría un paso fundamental hacia la integración económica de Sudamérica. La historia ha demostrado que la cooperación entre naciones es crucial para lograr avances significativos, y el tren de la costa podría ser el primer paso hacia un futuro más unido y próspero. Por otro lado, es fundamental que este tipo de propuestas vayan acompañadas de un marco legislativo que incentive la inversión. La creación de leyes que promuevan el desarrollo sostenible, la investigación y la asistencia técnica puede ser el complemento perfecto para esta obra de infraestructura. Un plan a largo plazo que contemple no solo la construcción del tren, sino también el desarrollo de la producción en la región, es esencial para asegurar que la Amazonía cumpla su verdadero potencial. La integración de la Amazonía al mercado internacional no solo beneficiaría a Perú, sino que también podría generar un círculo virtuoso en el continente. La construcción de un ferrocarril que una diferentes países sudamericanos, desde Colombia hasta Argentina, podría crear una red de intercambio que impulse el crecimiento de la región. Este tipo de iniciativas son las que podrían permitir que Sudamérica se convierta en un actor relevante en la economía global, aprovechando sus abundantes recursos naturales de manera sostenible. En conclusión, la inversión en infraestructura, especialmente en el caso de un ferrocarril que conecte la Amazonía con la costa, puede ser la clave para despertar un verdadero El Dorado en Perú. Con un enfoque acertado y una visión a largo plazo, Perú podría no solo mejorar su PBI, sino también transformar la vida de millones de peruanos. La oportunidad está en nuestras manos; es hora de planificar y actuar en grande.