Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que Israel se prepara para responder al reciente ataque con cohetes de Hezbolá, que trágicamente resultó en la muerte de 12 niños en un pueblo druso en los Altos del Golán, las implicaciones más amplias de esta retaliación deben ser examinadas dentro del marco de lo que se puede identificar como las cinco guerras de Israel. Más que meros enfrentamientos militares, estos conflictos giran en torno a ideas fundamentales que moldean la existencia y la seguridad de la nación. La primera guerra es indudablemente una de seguridad. Israel se encuentra en una posición precaria, constantemente bajo la amenaza de ataques de diversas facciones, incluyendo a Hamás, Hezbolá, los hutíes e incluso Irán. Esta amenaza implacable ha creado un clima de miedo que ha desplazado a más de 60,000 israelíes de sus hogares. Para poner esto en perspectiva, imagina a dos millones de estadounidenses siendo desplazados debido a la inminente amenaza del terrorismo. Tales circunstancias plantean la pregunta: ¿cómo reaccionarían aquellos críticos de las acciones militares de Israel si se encontraran en situaciones igualmente desesperadas? La demanda de seguridad es un instinto universal, y para los israelíes, se traduce en una necesidad desesperada de una patria segura, libre de la sombra de la violencia. La segunda guerra, quizás menos visible pero igualmente crítica, es una de existencia. Los críticos a menudo enmarcan el conflicto como una lucha por la autodeterminación palestina, convenientemente pasando por alto hechos históricos. Israel ha hecho concesiones tangibles, incluida la creación de la Autoridad Palestina y ofertas de estado en el pasado. La presión por una solución de dos estados ha sido desestimada por algunas voces hoy, que en su lugar repiten sentimientos que se alinean con las ideologías destructivas de líderes como Yahya Sinwar de Hamás y Hassan Nasrallah de Hezbolá. Cuando jóvenes activistas piden el rechazo de la legitimidad de Israel, no están abogando por la coexistencia, sino más bien señalando un deseo por la disolución de Israel. La tercera guerra es quizás la más insidiosa: la batalla por la legitimidad. En el tribunal de la opinión pública, Israel enfrenta un desafío desalentador al encontrarse con una creciente actitud de "sí, pero" por parte de observadores occidentales. Esta perspectiva a menudo puede diluir la gravedad de la situación de Israel, reduciendo realidades complejas a narrativas simplificadas. No se trata de una solicitud para abandonar el pensamiento crítico; más bien, es un apelación a involucrarse con el espectro completo de las circunstancias que han llevado a las respuestas militares actuales de Israel. Comprender las motivaciones detrás de las acciones de Israel es esencial para captar las implicaciones más amplias del conflicto. Estas guerras están interconectadas, cada una alimentando a la otra. A medida que Israel se encuentra al borde de la retaliación, es crucial entender que la respuesta no será simplemente una reacción al ataque con cohetes inmediato, sino una continuación de una lucha en curso por la seguridad, la existencia y la legitimidad. Las decisiones tomadas en los próximos días resonarán más allá del campo de batalla, moldeando la narrativa de Israel durante años. Y mientras el mundo observa, el desafío permanece: ¿veremos la matices en este conflicto multifacético, o continuaremos viéndolo a través de una lente que simplifica una realidad profundamente compleja?