Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Durante la Primera Guerra Mundial, el paisaje del servicio de ferry de Newhaven se transformó drásticamente, revelando un capítulo menos conocido en la historia de las operaciones marítimas. Durante más de 175 años, el servicio de ferry de Newhaven a Dieppe había transportado principalmente pasajeros a través del Canal de la Mancha. Sin embargo, entre 1914 y 1918, se convirtió en una línea vital de suministro para una nación sumida en el conflicto. A medida que la Gran Guerra avanzaba, la urgente necesidad de suministros, equipo y tropas para apoyar las líneas del frente convirtió al puerto de Newhaven en un centro estratégico. El servicio de ferry, conocido por sus rutinarios cruces de pasajeros, cambió su enfoque hacia el transporte de personal militar y bienes esenciales. Los informes indican que los ferries operaban con una frecuencia de hasta 20 veces al día, un testimonio de las implacables demandas de la logística en tiempos de guerra. Cada embarcación que partía del puerto estaba cargada con todo lo necesario para sostener el esfuerzo bélico: municiones, alimentos y suministros médicos eran solo algunos de los artículos que realizaban el peligroso viaje a través del canal. Igualmente importante fue el regreso de los soldados heridos de los campos de batalla de Francia. A medida que las bajas aumentaban, el papel de los ferries evolucionó aún más. Un total de 77 barcos británicos fueron requisados por la Royal Navy para este propósito, incluidos tres ferries de Newhaven. Estas embarcaciones fueron reutilizadas no solo para el transporte, sino también como hospitales flotantes. El renombrado historiador de la Primera Guerra Mundial, Chris Kempshall, destacó la misión de estos ferries, afirmando que estaban diseñados "para llevar a los heridos de Francia a Inglaterra, tratar sus heridas en el camino, mantenerlos cómodos y mantenerlos vivos". El personal médico a bordo de estos ferries enfrentó el formidable desafío de atender a soldados que habían sufrido lesiones graves. Se establecieron salas de emergencia improvisadas en las bodegas del barco mientras enfermeras y médicos trabajaban incansablemente, a menudo en condiciones difíciles, para proporcionar atención durante el tránsito. Los viajes a través del Canal de la Mancha, aunque cruciales, estaban plagados de peligros, ya que los submarinos enemigos representaban una amenaza constante para las embarcaciones. Además, estos ferries sirvieron como un puente entre los horrores de la guerra y el reconfortante abrazo del hogar. Para muchos soldados, subir a la cubierta de un ferry de Newhaven no solo era un medio de transporte, sino un símbolo de esperanza y recuperación. La vista de la costa inglesa traía un sentido de alivio al saber que estaban un paso más cerca de la seguridad y la sanación. Al reflexionar sobre este aspecto único de la historia marítima de Newhaven, se hace evidente que el servicio de ferry era más que un enlace de transporte; era un componente esencial del esfuerzo bélico que desempeñó un papel crucial en la vida de los soldados y sus familias. El legado de estas embarcaciones es un recordatorio conmovedor de los sacrificios realizados durante un período tumultuoso, ilustrando cómo los servicios cotidianos pueden transformarse en líneas de vida en tiempos de crisis. Hoy en día, el servicio de ferry de Newhaven a Dieppe se erige como un testimonio de resiliencia y adaptabilidad, resonando con el espíritu de aquellos que sirvieron y fueron atendidos durante la Gran Guerra. Las historias de los ferries, sus tripulaciones y los heridos que transportaron merecen ser recordadas como parte de nuestra historia compartida, destacando el papel indispensable que el transporte marítimo desempeñó durante uno de los capítulos más oscuros de la historia humana.