Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El ajedrez, ese juego milenario que ha cautivado a millones alrededor del mundo, tiene su día especial para ser celebrado: el 20 de julio. Esta fecha, marcada en el calendario como el Día Mundial del Ajedrez, no es una elección arbitraria, sino que tiene su origen en un suceso histórico que data de hace casi un siglo. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó esta efemérides con el fin de honrar la fundación de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) en 1924, reconociendo así la importancia y el impacto de este juego en la sociedad actual. Para la ONU, el ajedrez representa mucho más que un simple entretenimiento. Es considerado un juego que fomenta el desarrollo intelectual, cultural y deportivo de las personas. A través de sus reglas y estrategias, el ajedrez estimula el razonamiento lógico, la concentración, la toma de decisiones y la capacidad de anticiparse a los movimientos del adversario. En un mundo cada vez más complejo y cambiante, estas habilidades son fundamentales para afrontar los desafíos que se presentan en la vida cotidiana. La resolución aprobada por la Asamblea General de la ONU en 2019 destaca el poder transformador que tienen los deportes, las artes y la actividad física para cambiar percepciones, prejuicios y comportamientos en la sociedad. El ajedrez, al ser una actividad que promueve la equidad, la inclusión y el respeto mutuo, se convierte en una herramienta valiosa para construir puentes entre personas de diferentes culturas, edades y procedencias. La celebración del Día Mundial del Ajedrez el 20 de julio no solo conmemora la fundación de la FIDE, sino que también destaca el crecimiento exponencial que ha experimentado este juego en la era moderna. Con más de 60 millones de partidas jugadas diariamente en todo el mundo, el ajedrez se ha convertido en un deporte global que trasciende barreras geográficas y culturales. La FIDE, como organismo rector, ha logrado afiliar a 199 países como miembros activos, consolidando así su presencia a nivel internacional. La popularidad del ajedrez no es nueva. Desde la Edad Media, este juego de estrategia ha fascinado a reyes, emperadores y nobles de distintas épocas y regiones. Se dice que monarcas como Alfonso El Sabio, Iván El Terrible y Harún al-Rashid disfrutaban de partidas de ajedrez como un pasatiempo noble y estimulante para la mente. Incluso se han encontrado evidencias arqueológicas que sugieren que su predecesor, el Chaturanga, era practicado en la India antigua, lo que demuestra la antigüedad y trascendencia de este juego en la historia de la humanidad. El Día Mundial del Ajedrez no solo es una fecha para celebrar el juego en sí, sino también para reconocer los valores y beneficios que aporta a quienes lo practican. Más allá de ser una competencia de estrategia y habilidad, el ajedrez es un medio para potenciar el desarrollo personal, el pensamiento crítico y la creatividad. En un mundo que demanda cada vez más habilidades cognitivas y emocionales, el ajedrez se presenta como una herramienta poderosa para fortalecer el intelecto y cultivar virtudes como la paciencia, la perseverancia y la resiliencia. En conclusión, el Día Mundial del Ajedrez es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de este juego milenario en la sociedad contemporánea. Más allá de sus dimensiones lúdicas y competitivas, el ajedrez es un arte, una ciencia y un deporte que nos invita a explorar nuestra capacidad de pensar, planificar y anticipar. En un mundo que busca constantemente innovar y adaptarse a nuevos desafíos, el ajedrez se erige como un aliado indispensable para cultivar el pensamiento estratégico y la creatividad en las generaciones presentes y futuras. Que este 20 de julio, y en cada celebración del Día Mundial del Ajedrez, podamos honrar y valorar la riqueza y profundidad de este juego que desafía mentes y une corazones en una partida sin fin.