Carrera exclusiva por el Mejor Documental en los Premios Oscar pone a los cineastas independientes en desventaja, provoca debate sobre el dinero versus la calidad.
La carrera por el premio Oscar al mejor largometraje documental se está volviendo cada vez más costosa y exclusiva, dejando a los cineastas independientes luchando por asegurar la distribución. Algunos directores de renombre encargados por importantes servicios de transmisión dominan el campo, y estas plataformas ya no están interesadas en adquirir títulos de festivales. Si bien algunos films independientes han encontrado distribución en Netflix y HBO, la mayoría de los documentalistas tienen que vender sus películas territorio por territorio o a distribuidores más pequeños. Mientras tanto, un grupo selecto de directores respaldados por gigantes del streaming reciben presupuestos sustanciales para las campañas de la temporada de premios. Los cineastas y distribuidores están denunciando las desigualdades en la competencia de documentales del Oscar, enfatizando la importancia de una gran película que resuene con el público por encima de la influencia del dinero. Los distribuidores más pequeños están encontrando formas de competir coordinando los presupuestos de lanzamiento con los esfuerzos de la temporada de premios, con la esperanza de que la calidad prevalezca sobre la riqueza.
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Cada año, la carrera por el premio Oscar al mejor largometraje documental se vuelve más costosa y menos inclusiva. Los cineastas independientes que abordan temas sociales impactantes están luchando por asegurar la distribución debido al dominio de unos pocos directores de renombre encargados de crear películas o series documentales. Los principales servicios de transmisión, que antes gastaban millones en adquirir producciones independientes, ya no parecen estar interesados en comprar títulos de festivales.
Si bien ha habido algunas excepciones, como las películas "American Symphony" y "Going to Mars: The Nikki Giovanni Project" que encontraron distribución en Netflix y HBO, respectivamente, la mayoría de los documentalistas independientes tienen que confiar en vender sus películas territorio por territorio o a distribuidores más pequeños como Magnolia, Kino Lorber e IFC Films. Mientras tanto, un grupo selecto de directores respaldados por gigantes del streaming como Netflix, Apple TV+ y Amazon Prime Video reciben presupuestos sustanciales para campañas de premios. Gastan millones en publicidad, eventos de proyección, consultores y promociones a nivel mundial.
Algunos cineastas y distribuidores están denunciando las desigualdades en la competencia por el Oscar al mejor documental. Wendy Lidell, vicepresidenta senior de Kino Lorber, lo califica de "absurdo" y destaca la barrera de entrada para los documentales que se centran en historias, mensajes y voces subrepresentadas. A pesar de la ventaja financiera de los servicios de transmisión, reconocen que al final, lo que más importa es una gran película que resuene con el público. Los distribuidores más pequeños están encontrando formas creativas de competir, como coordinar sus presupuestos de lanzamiento con los esfuerzos de la temporada de premios. La esperanza es que la calidad de los documentales prevalezca sobre la influencia del dinero en la carrera por el oro del Oscar. Después de todo, si se convierte en un concurso de popularidad para niños ricos, es perjudicial para todos los involucrados.