Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un momento que hace latir el corazón y que quedará grabado en los anales de la historia paralímpica, Stephen Clegg triunfó en la final de 100 metros espalda S12 en los Juegos Paralímpicos de París 2024, logrando no solo su primera medalla de oro, sino también estableciendo un récord mundial. Este logro marca un hito monumental, convirtiéndolo en el primer atleta escocés en obtener el oro en estos Juegos, un reconocimiento que seguramente inspirará a una nueva generación de atletas. Después de la carrera, el peso de su logro era palpable mientras Clegg, visiblemente abrumado, se dirigía inmediatamente a su hermana, Libby Clegg, una medallista paralímpica de oro en múltiples ocasiones. En un momento sincero compartido con BBC Sport Scotland, expresó la profunda importancia de su conexión. “Estaba un poco sin palabras”, admitió, reflexionando sobre la oleada emocional de tener a su hermana, una leyenda por derecho propio, compartiendo su victoria. “Poder ponerme al mismo nivel es algo increíble para mí”. El legado familiar de Clegg se extiende aún más, ya que su hermano James también es un paralímpico con discapacidad visual y medallista de los Juegos de Londres 2012, lo que genera expectativas adicionales sobre él. Sin embargo, en lugar de sentirse eclipsado por sus logros, Clegg acredita su éxito como una fuente vital de motivación. La presión del talento familiar lo ha impulsado a sobresalir, una narrativa común entre los atletas de élite que navegan por las altas expectativas establecidas por sus predecesores. Mientras estaba en el borde de la piscina, aún asimilando la enormidad de su victoria, las emociones crudas de Clegg estaban a la vista. “Es sensacional, no tengo muchas palabras que decir”, logró transmitir, mientras la realidad de su triunfo comenzaba a hundirse. “Me había eludido durante bastante tiempo, y es tan, tan gratificante quitarme este peso de encima”. El camino hacia el oro ha estado pavimentado con triunfos y contratiempos. El viaje de Clegg hacia este momento no ha sido fácil; recuerda la aplastante decepción de haber estado a punto de ganar el oro en los Juegos de Tokio hace solo tres años, terminando a solo 6-1 centésimas de segundo del líder. “Estaba confiado, no me malinterpretes. No venía este año pensando que esto estaba fuera de la posibilidad”, señaló, ilustrando la resiliencia necesaria para competir a tan alto nivel. Ahora, con una medalla de oro y un récord mundial en su haber, la puerta está abierta de par en par para el futuro de Clegg en el deporte. “Hacerlo en un tiempo que nadie ha hecho antes es algo que realmente me abruma”, comentó, insinuando el potencial de más éxitos. Con dos eventos más en el horizonte durante los Juegos de París, tanto los aficionados como sus compañeros competidores estarán observando con ansias para ver cómo este notable atleta construye sobre su nueva gloria. El logro de Clegg no es solo una victoria personal; es un recordatorio conmovedor del poder de la perseverancia, la familia y el indomable espíritu de los atletas que compiten en los niveles más altos. Al capturar el oro, no solo ha cumplido un sueño de toda la vida, sino que también ha esculpido un legado que resonará dentro de la comunidad paralímpica durante años venideros.