Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
"Kinra", la última película del director peruano Marco Panatonic, ha resonado profundamente en el Festival de Lima PUCP, ofreciendo una experiencia cinematográfica que se enmarca en la tradición de la contemplación y la introspección, evocando la obra de grandes maestros como Béla Tarr y Aleksandr Sokurov. La película presenta un relato sobrio y conmovedor sobre la vida de Atoqcha, un joven que vive con su madre en un entorno rural, cultivando papas y enfrentándose a la inminente muerte de su progenitora. Este contexto, si bien puede parecer simple en su superficie, se convierte en un poderoso vehículo para explorar temas complejos como la identidad, la pérdida y la lucha por la existencia. La narrativa de "Kinra" se construye a través de la rutina diaria de sus personajes. Atoqcha y su madre se sumergen en un mundo donde las conversaciones triviales contrastan con la pesada sombra de la muerte que acecha, particularmente cuando la madre percibe un aullido lejano como un presagio. Este enfoque, alejado de los dramatismos típicos del cine contemporáneo, permite que el espectador se sumerja en el proceso del duelo de manera más visceral, casi palpable. La película no busca manipular las emociones; en su lugar, opta por un estilo que invita a la reflexión y a la contemplación del sufrimiento y la pérdida. La dirección de Panatonic se distingue por su austeridad y su rechazo al preciosismo visual. A diferencia de otras obras que glorifican la belleza del paisaje andino, "Kinra" presenta el entorno rural con una mirada cruda, que desafía las nociones románticas sobre la vida en el campo. En este sentido, la película plantea preguntas sobre el desarrollo y las diferencias entre el ámbito rural y urbano, especialmente en una región como Cusco, donde los contrastes son evidentes. La transición entre los mundos del campo y la ciudad no se presenta como un viaje de mejora, sino como una exploración de la precariedad inherente a ambos. A medida que avanza la trama, Atoqcha se convierte en un símbolo de la búsqueda de identidad en un contexto que lo ha dejado en un estado de anonimato. Su anhelo por obtener una partida de nacimiento se convierte en un acto cargado de significado; representa su lucha por existir en un mundo que lo ha relegado a la invisibilidad. Este aspecto de la película invita a la audiencia a reflexionar sobre la importancia de los nombres y las historias personales, sugiriendo que la identidad es, en muchos casos, un constructo que trasciende el mero reconocimiento legal. La cinematografía de "Kinra" es otra de sus grandes virtudes. La cámara se convierte en un observador casi voyeurista, capturando momentos íntimos y reflexivos de los personajes. A menudo, los diálogos son escuchados pero no vistos, lo cual añade una capa de misterio y permite que el espectador se enfoque en las emociones en lugar de las palabras. Este enfoque narrativo, que privilegia el silencio y la observación, es una elección deliberada que subraya la soledad y el aislamiento de Atoqcha en su búsqueda por encontrar su lugar en el mundo. El ritmo de la película puede ser considerado lento por algunos, pero es precisamente esta cadencia la que potencia el impacto emocional de la historia. A través de escenas prolongadas y contemplativas, Panatonic logra sumergir al espectador en el estado mental de su protagonista, invitándolo a experimentar la angustia y la confusión que acompaña a la búsqueda de sentido en medio de la pérdida. Esta técnica, que podría alejar a algunos del cine convencional, es un testimonio del poder del arte para explorar las profundidades de la experiencia humana. En la actualidad, donde la inmediatez y la sobrecarga de información son la norma, "Kinra" se presenta como una valiosa excepción. La película no busca respuestas rápidas ni resoluciones fáciles; en cambio, ofrece un espacio para que el espectador reflexione sobre las complejidades de la vida, la muerte y todo lo que hay en medio. Así, "Kinra" se convierte en un recordatorio de que, a veces, la verdadera conexión con una obra de arte proviene de la paciencia y la disposición para aceptar el silencio y la incertidumbre. La recepción en el Festival de Lima PUCP ha sido positiva, con numerosas voces aclamando la valentía de Panatonic por abordar temas difíciles con una sensibilidad auténtica. Marco Panatonic, oriundo de Chumbivilcas, ha logrado poner en el centro de la narrativa una historia que no solo representa a su comunidad, sino que también resuena con la experiencia humana universal. Su visión cinematográfica, alejada de los clichés, promete abrir nuevas vías de exploración para el cine peruano y latinoamericano. En conclusión, "Kinra" se erige como una obra que desafía las convenciones del cine contemporáneo. A través de su enfoque contemplativo, su exploración de la identidad y su representación sincera de la vida rural, Marco Panatonic nos invita a enfrentar nuestros propios miedos y pérdidas, recordándonos que, en última instancia, todos compartimos el mismo viaje hacia la búsqueda de significado y conexión en un mundo a menudo desolador.