
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




La reciente turbulencia en Wall Street ha encendido las alarmas entre los inversores, quienes están cada vez más preocupados por la gestión económica del presidente Donald Trump en medio de un contexto de caída en los mercados. Con un descenso del S&P 500 de más del 8% desde su máximo histórico hace apenas tres semanas, los temores sobre la efectividad de la administración para reaccionar ante la volatilidad se han intensificado. La situación se complica con la implementación de aranceles que generan incertidumbre sobre el futuro de la economía estadounidense. Mientras que en su primer mandato Trump logró estabilizar la situación tras caídas significativas, la respuesta actual parece ser diferente. Los analistas de UBS han señalado que existe un escepticismo creciente respecto a que la administración adaptará sus políticas en función de las reacciones del mercado. Este cambio de percepción ha llevado a muchos a cuestionar la capacidad del presidente para revertir sus decisiones si estas afectan negativamente a los mercados financieros. Alex Kosoglyadov, de Nomura, también ha expresado sus inquietudes, subrayando que a finales de febrero había un clima de esperanza respecto a un posible cambio en las políticas arancelarias. Sin embargo, esa esperanza ha desaparecido, dejando a los inversores en un estado de incertidumbre que amenaza el crecimiento económico. Esta situación se hace evidente con las revisiones a la baja en las expectativas de crecimiento por parte de importantes bancos como Goldman Sachs y Morgan Stanley. El impacto de esta volatilidad no se limita al sector financiero. Delta Air Lines ha reconocido que la "incertidumbre" económica ha afectado sus proyecciones de ventas y ganancias, reflejando una preocupación más amplia en las empresas que dependen del consumo y del gasto. Esta percepción negativa también se ha traducido en un aumento del índice Vix, que mide la volatilidad del mercado y ha alcanzado niveles significativamente más altos que su media histórica. A diferencia de su primer mandato, donde la caída del mercado solía llevar al presidente a reconsiderar sus políticas, la administración actual parece más decidida a mantener su rumbo, incluso en medio de turbulencias. Un funcionario de la Casa Blanca ha enfatizado que las reacciones de las empresas y líderes económicos son más importantes que las oscilaciones del mercado de valores, sugiriendo una postura firme frente a la inestabilidad. Por otro lado, la Casa Blanca ha decidido retrasar la implementación de algunos aranceles a Canadá y México, pero ha dejado en pie las medidas contra China, lo que incrementa la presión sobre los mercados. Este enfoque de "cambio gradual" plantea dudas sobre la estrategia económica de Trump y su disposición a soportar los efectos adversos en los mercados antes de realizar ajustes significativos. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha alimentado las inquietudes al señalar que la economía estadounidense podría necesitar un "período de desintoxicación" del gasto público excesivo. Este comentario ha resonado entre los analistas, reflejando una preocupación por un posible ajuste en la economía que podría resultar en una desaceleración. Barry Bannister, analista de Stifel, ha indicado que el tiempo es un factor crítico para Trump, ya que el primer año de una nueva administración a menudo se asocia con cambios audaces. No obstante, esta ambición de transformación económica también conlleva riesgos, especialmente en un contexto donde la inflación podría aumentar y el crecimiento se enfríe, lo que podría desembocar en un escenario de estanflación. La pregunta que permanece en el aire es si Trump tiene la fortaleza y la voluntad para soportar las consecuencias de sus políticas, incluso si ello significa enfrentar contratiempos significativos en la bolsa. Shep Perkins, de Putnam Investments, plantea esta inquietud como central para entender la dirección futura de la administración y su economía. La situación actual de Wall Street no solo refleja un momento de incertidumbre, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro del liderazgo económico bajo esta administración. En definitiva, los inversores están cada vez más preocupados por la dirección que tomará la economía de Estados Unidos, y la falta de respuesta ante la volatilidad del mercado podría tener repercusiones significativas en la confianza empresarial y el crecimiento económico. La balanza entre la innovación y la estabilidad se encuentra en un delicado equilibrio, y las decisiones que tome el presidente en los próximos días serán cruciales para determinar el rumbo de la economía estadounidense.